Durante los talleres y conferencias que damos en las iglesias a los padres, acostumbro a presentar un corto video tomado de la película Rocky Balboa. Rocky le habla a su hijo en lo que para muchos es considerado como palabras de motivación de parte de un padre. Aquí les incluyo las palabras de Rocky para su hijo:
“No lo vas a creer, pero un día cabías en la palma de mi mano. Te levantaba y le decía a tú madre, este va a ser el mejor chico del mundo, este chico va a ser mejor de lo que nadie se imagina. Y fuiste creciendo, cada vez más estupendo. Era fantástico poder observarte, un privilegio. Y cuando llego tu momento de hacerte un hombre y afrontar el mundo lo hiciste, pero en algún momento de tú trayecto cambiaste, dejaste de ser tú. Permitiste que te señalaran en la cara y que te dijeran que no sirves. Y cuando empeoró todo, buscaste a quien echarle la culpa, como una sombra alargada. Voy a decirte algo que tú ya sabes. El mundo no es todo alegría y color. Es un lugar terrible, y por muy fuerte que seas, es capaz de arrodillarte a golpes y tenerte sometido permanentemente si no se lo impides. Ni tú, ni yo, ni nadie, golpea más fuerte que la vida. No importa lo fuerte que golpeas, sino lo fuerte que pueden golpearte, y lo que aguantas mientras avanzas. Hay que aguantar sin dejar de avanzar. Así es como se gana. Si tú sabes lo que vales, ve y consigue lo que mereces, pero tendrás que aguantar los golpes. Y no puedes estar diciendo que no estas donde querías llegar por culpa de él, de ella, ni de nadie. Eso lo hacen los cobardes y tú no lo eres, tú eres capaz de todo. Yo te amaré en cualquier situación, pase lo que pase. Eres mi hijo y llevas mi sangre. Eres lo mejor de mi vida, pero hasta que no empieces a creer en ti mismo, no tendrás tu vida propia”.
¿Qué te parece? Son palabras firmes de ánimo. Son palabras que hubiese querido escuchar de mi padre en los momentos más críticos de mi vida y cuando pensé que no tenía valor alguno, que no podía alcanzar a realizarme en la vida. Efesios 6: 4 nos dice: «Padres, no provoquen a sus hijos a la ira, sino críelos en el entrenamiento y la amonestación del Señor». Papás, busquen las oportunidades para hablar a sus hijos con palabras de ánimo, consuelo y motivación. No todo tiene que ser regaños ni reproches. No esperes a los grande momentos de la vida para expresar palabras de ánimo. Lo que haces y dices a diario es lo que marca la mayor diferencia. Sabiendo cuán poderosas son sus palabras para sus hijos, debe hacer que sea prioridad hablar a tus hijos todos los días. Te comparto algunas sugerencias:
Comience a dar el primer paso para decirles que los ama y que está orgulloso de ellos. Siempre que tenga la oportunidad, dígales a sus hijos lo especiales e importantes que son para usted. Haga preguntas a sus hijos sobre su día y aprenda a escucharlos más, escuche sus corazones.
Escucha lo siguiente; los hijos desalentados en el hogar son presa fácil de Satanás y del mundo. Cuando un niño no obtiene palabras de ánimo y fortaleza en el hogar, va a buscarla en otra parte. Si el hogar realmente es cristiano, es un lugar de ánimo, consuelo y exhortación. En tal hogar, el niño encuentra refugio contra las luchas, y también fuerza para pelear las batallas, y llevar las cargas que encuentra en el camino hacia la madurez. Allí, en el hogar, encuentra un corazón amoroso, un ojo alerta, un oído atento y una mano amiga. El no querrá otro lugar pues su hogar satisface sus necesidades.
Papás, sepan que Dios les ha dado la alta y solemne responsabilidad de criar a sus hijos, y que les ha dado una tremenda influencia en sus vidas con sus palabras y actitud. Dios nos muestra claramente en Su Palabra cuáles serán nuestros mayores desafíos como también las palabras de ánimo que necesitamos. ¡Que tengas el increíble amor y el corazón de Dios por tus hijos, que seas su mayor ánimo, y que Dios te use poderosamente en sus vidas para hablar de bondad, ánimo y vida sobre ellos!
¡Nos vemos próximamente en el barrio!
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Dr. Rafael Gutierrez
Director-Ministerio Padre de Corazón
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