Un equipo de sociólogos del estado de Nueva York intentó una vez calcular la influencia duradera de la vida de los padres en sus hijos y en aquellos que lo siguieron en generaciones posteriores. En ese estudio investigaron dos hombres que vivieron al mismo tiempo en el siglo 18. Los legados duraderos que cada hombre dejó sobre sus descendientes son tan diferentes como la noche y el día.
El primer hogar fue el del señor Max Jukes y su esposa, quienes vivieron sin principios ni valores cristianos. ¿Qué influencia o legado dejó a su familia? Entre los 1,200 descendientes conocidos de Max Jukes, se encontraban 440 vida de absoluto libertinaje, 310 vagabundos, 190 mujeres de la vida (prostitución), 130 delincuentes condenados a la cárcel, cien alcohólicos, 60 ladrones habituales, 55 que cometieron actos de impureza y 7 asesinos. No es exactamente un legado distinguido. Se estima que esta familia le costó al estado de Nueva York más de 1.3 millones de dólares.
El otro hombre estudiado fue Jonathan Edwards, pastor y astuto teólogo del siglo 18 considerado como uno de los mejores predicadores e intelectuales en América. La esposa de Jonathan Edwards, Sara, fue una mujer de gran fe. Juntos intentaron dejar un legado completamente diferente. Entre sus descendientes masculinos encontraron 300 Ministros de la palabra, misioneros o profesores de teología, 120 profesores universitarios, 110 abogados, más de 60 médicos, más de 60 autores de libros, 30 jueces, 14 presidentes de universidades, numerosos empresarios, tres congresistas de los Estados Unidos y un vicepresidente de los Estados Unidos. John Edward dejó un legado que perdura, uno que honra y glorifica a Dios. ¿Qué legado van a dejar usted y su cónyuge? ¿Será un legado permanente y eterno? ¿Dejará usted sólo artículos, materiales, como propiedades o dinero? Si lo pensamos bien, dejar un legado no es asunto fácil. No es el resultado de un momento de inspiración o el acto de firmar un documento legal frente a un abogado o notario estableciendo qué propiedades o valores has de transferir a tus herederos. Es el esfuerzo de una vida que con dedicación se convierte en una existencia inspiradora que deja un legado visible y vigente a pesar de la partida.
Dejar un verdadero legado espiritual toma toda una vida, mientras se va buscando “acumular tesoros en el cielo donde la polilla y el óxido no pueden destruir y los ladrones no entran a robar, pues, donde esté tu tesoro allí estará también los deseos de tu corazón.” (Mateo 6:20-21). Al final, dejar un verdadero legado es dejar un corazón lleno de tesoros eternos que no se acaban y que nunca estarán en peligro pues no son nuestros, sino que son del Señor. Hay quienes dicen que el legado de los padres comienza en el momento mismo en que nacen los hijos. Para otros, comienza en el mismo momento en que te anuncian que vas a ser papá y hay quienes toman conciencia de dejar un legado al decidir que un día serán papá. El legado se construye cada día para los hijos, todo cuanto ocurre, todo cuanto ellos escuchan y ven en sus padres va conformando lo que es parte de ese legado. En la memoria quedarán grabadas aquellas cosas que de una forma u otra le impactaron. En la mayoría de los casos los padres no serán recordados tanto por el dinero que ganaron o por el éxito en su carrera profesional y sí por el tiempo compartido, por las conversaciones, por las aficiones en común, por sus actitudes y comportamientos, por el grado de afinidad y confianza, por una vida de padre e hijos.
Por lo tanto, lo que continuará presente, lo que se queda como nuestro legado espiritual, tendrá que ver con todo lo que usted y yo estamos haciendo con nuestras vidas ahora mismo. Lo que usted haga hoy, es decir, la prioridad de que demuestra a través del uso del tiempo y de sus recursos como también la manera cómo maneje sus relaciones, dejará un testimonio para el bien o para el mal. El doctor James Dobson, dice que “las únicas cosas que realmente importan cuando dejes de vivir en este mundo son a quienes tú amaste, quienes te amaron y qué hiciste para juntos servir a Dios”. En gran parte nuestros hijos son nuestro mejor legado. Ellos son la siguiente generación, y si de algo podemos estar seguros es que no siempre estaremos a sus lados, un día faltaremos. Cuando esto ocurra, ¿cuál será tu legado? ¿Qué le dejaremos para la posteridad? ¿Qué le estamos dando a ellos día a día?
El salmo 78 versículo del 5 al 7 dice: “para que lo sepa la generación venidera y los hijos que nacerá, y los que se levantarán, lo que cuenten a sus, a fin de que pongan en Dios su confianza y no se olviden de las obras de Dios, que guarden sus mandamientos”. Una vez más te pregunto, ¿cuál será tu legado? ¿De qué manera continuará Dios actuando a través de tu ejemplo cuando yo ya no estés más en esta tierra? Los animo a tener una actitud intencional, no sólo en cuanto a su impacto aquí y ahora, sino en relación con su influencia para Jesucristo por toda la eternidad.
Que el amor, la gracia y la bendición de nuestro amado Padre celestial, sean con cada uno de ustedes.
Nos vemos próximamente en el barrio. Que Dios les bendiga.
Copyright 2021
Dr. Rafael (Rafy) Gutierrez
Director/Pastor Ministerio Padre de Corazón
Foto por: Lindy Baker en Unplash.
Nos sorprende de verás con historias reales que propician la comunicación y desarrollo familiar, un reto delante para enmarcar a nuestras familias al servicio y devoción al Dios Padre.
Agradezco a Dios por haberle dado este Ministerio. Gracias por compartir estas enseñanzas.
Gracias Reidel por su comentario. Nos da gusto saber que este ministerio le ha bendecido a usted y a su familia.
Que Dios le bendiga!
Judith