Al igual que el rol del padre que ama y expresa verbalmente su amor por los hijos, el rol del padre que consuela es uno del que muchos de nosotros, como padres, batallamos. La tendencia es pensar que el consolar a los hijos pertenece a las madres, especialmente cuando se trata de las hijas. ¡Se nos hace difícil! Cuando un niño se cae y se golpea en la rodilla va a la madre y esta inmediatamente lo consuela buscando aliviar el dolor, tratar el golpe si hubo una pequeña herida y hasta le canta “sana, sana colita de rana, sino sanas hoy sanaras mañana”. En mi país lo cantaban de otra forma pero eso no viene al caso. En el caso de nosotros, los padres, miramos el golpe de lejos y le decimos: “Ah, no tienes nada. Camina para que se quite el dolor.” ¿Ves la diferencia?
El consolar es una de las muchas áreas donde como padre fallé grandemente cuando mis hijas eran pequeñas. Y tal vez ustedes piensan que luego de todos estos años he mejorado en este rol. Bueno, no necesariamente. Mi nieta que ahora tiene diez años me hizo ver claramente que aún me falta por mejorar. Hace un tiempo atrás le pregunté cómo le iba en la escuela. Su rostro se torno pensativo y bajando la cabeza me dijo que estaba batallando con las matemáticas. Creyendo que mis palabras le servirían de animo le dije: “No te preocupes, yo tenía el mismo problema, con el tiempo vas a ir aprendiendo.” Su respuesta no se dio a esperar: “Papá, tu dices eso porque ya eres grande y aprendiste. Yo tengo nueve años y no se lo que tu sabes. Yo tengo el problema no tu.” ¡Ouch! La expresión “me dieron un baño de agua fría” se queda corta al describir lo que sentí en ese momento. Mi nieta tenia toda la razón. ¿Dónde fallé? Primero, no me detuve a escucharla. Escucharla en todo el sentido de la palabra. Segundo, no abrí la puerta para que ella se pudiera expresar ya que había confesado que tenía problemas con las matemáticas. Tercero, me puse como ejemplo en el momento indebido. Le pedí perdón a mi nieta y le pedí que me dijera como se sentía ante su batalla con las matemáticas.
En la Biblia encontramos un pasaje que precisamente toca la cualidad de consolar del padre. En 1ra de Tesalonicenses 2:11-12 vemos las palabras de Pablo a la iglesia en Tesalónica: “Saben también que a cada uno de ustedes lo hemos tratado como trata un padre a sus propios hijos. Los hemos animado, consolado y exhortado a llevar una vida digna de Dios, que los llama a su reino y a su gloria.”
Pablo les recuerda que estando con ellos en Tesalónica, fue para ellos como padre para sus propios hijos. De este pasaje podemos notar tres características, como las varias que estamos presentando en estas serie de reflexiones del Ministerio Padre de Corazón, de un padre responsable son: Primero, el padre anima a su hijo en cualquier edad y circunstancia en que este se encuentre. Segundo, consuela a su hijo con palabras suaves, tiernas, pero a la vez firmes; y, tercero exhorta a su hijo/hija para que viva una vida digna del Señor.
¿Cómo esta haciendo mi nieta con las matemáticas?
Continua…
¡Nos vemos próximamente en el barrio!
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Dr. Rafael Gutierrez
Director-Ministerio Padre de Corazón
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Foto por Mónica Dahiya en Unplash