Las heridas del Padre…y la madre. Parte 10 (Final)

Las heridas del Padre…y la madre. Parte 10 (Final)

Parte 10

La realidad es que casi todos o todos hemos sido ofendidos y/o lastimados hasta llevarnos al punto de la amargura. Hay quienes han podido superar esos sentimientos de amarguras dejando la(s) ofensa(s) o heridas en el pasado. Pero hay quienes batallan a diario con esos sentimientos de amargura, incluyendo los fieles feligreses cristianos, buscando soluciones que el mundo ofrece para disminuir el dolor, sellar las heridas y encubrir la amargura. ¿Cómo lo hacen? He aquí algunas formas:

Tal vez usted ha escuchado el refrán que dice: “Sube, sube, sube, que yo te agarro cuando vengas bajando.” La venganza es la solución más común que el mundo ofrece para encubrir la amargura. Un vistazo breve a muchas de las películas y series de televisión te hace ver que la gran mayoría de los dramas se dan por actos de venganza.

El Apóstol Pablo exhortó a la iglesia en Roma en cuanto a la venganza: Queridos amigos, nunca tomen venganza. Dejen que se encargue la justa ira de Dios.” (Romanos 12:19). Aun cuando tengamos la fuerte tentación de tomar la ruta de la venganza la Palabra de Dios sostiene que no es la voluntad de Dios tomar venganza en nuestras manos. Cuando tomamos la venganza en nuestras manos la situación se complica aún más creando serios problemas, aumentando el enojo y permitiendo que el veneno de la amargura contamine a otros. La venganza es pecado contra el Dios santo y justo.

Otra forma que el mundo ofrece es justificar la amargura. Justificamos o razonamos la amargura cuando le ponemos otra etiqueta: le llamamos debilidad, enfermedad y hay quienes le llaman ira santa. Por otro lado, se justifica culpando a otra persona, por lo general al ofensor. Con el pasar del tiempo, esta justificación de culpar al otro se convierte en una especialidad. Nos convertimos en los Adán y Eva modernos, culpando a otros por nuestros propios errores.

Hoy día, con la explosión de los medios sociales se utilizan estas plataformas para “desahogarse”, atacando a otros. Ese llamado “desahogo”, para liberar los llamados “químicos tóxicos”, se convierten precisamente en eso, palabras tóxicas que contaminan y dañan a otros.

Una forma más, y la que esperan mucho es que el ofensor se disculpe, que pida perdón. Se pretende que la amargura sea arrancada de raíz con la disculpa por parte del ofensor. El problema surge cuando la disculpa, si es que se da, no cumple con las expectativas del ofendido haciendo que las raíces de amargura se arraiguen más en el corazón de la persona.

Entonces, ¿Cómo le hacemos?

Primero ver la amargura como lo que es: pecado contra Dios. Si, es cierto, debemos hablar sobre el perdón; perdonar al ofensor y pedir perdón al ofendido. De hecho, me han pedido que hable sobre el perdón en una futura serie de mensajes. Como vimos anteriormente, es fácil caer en la trampa de la amargura justificando la misma, señalando la ofensa por la otra parte y estableciendo que tengo toda la razón por el comportamiento de amargura. Proverbios 14:10 dice: Cada corazón conoce su propia amargura, y nadie más puede compartir totalmente su alegría. Reconocer la amargura en nuestro corazón, nos debe llevar a reconocer que hemos pecado contra Dios. Al igual que el rey David, confesamos: “Contra ti, contra ti solo he pecado” (Salmo 51:4). La petición de perdón se inicia primeramente con Dios, reconociendo nuestro pecado de amargura y reconociendo que solo la obra redentora de Cristo nos da un corazón nuevo.

Efesios 4:31-32 nos dice: Líbrense de toda amargura, furia, enojo, palabras ásperas, calumnias y toda clase de mala conducta. Por el contrario, sean amables unos con otros, sean de buen corazón, y perdónense unos a otros, tal como Dios los ha perdonado a ustedes por medio de Cristo.

Por años batalle con raíces de amargura en mi vida. La ausencia presente por parte de mi padre, las palabras hirientes de mi madre sembraron raíces de amargura en mi corazón. ¿Hubo tristeza y confusión? Por supuesto. ¿Causaron dificultades y pensamientos negativos? En cantidad. ¿Hubo consecuencias en mi comportamiento por mi forma de pensar debido a esos sentimientos? Definitivamente. ¿Hubo daño en otras personas cercanas a mí? Lamentablemente. ¿Estoy seguro de que la amargura puede ser arrancada de raíz? Definitivamente; el amor y la gracia de Dios es la solución.

Espero que esta serie haya sido de bendición y edificación para ustedes, como lo ha sido para mí. Me gustaría escuchar de ti. Me puedes escribir a: rafy@padredecorazon.org o me envías un mensaje de texto a mi WhatsApp: +12145337899.

Copyright 2022
Dr. Rafael (Rafy) Gutierrez
Director/Pastor
Ministerio Padre de Corazón.
www.padredecorazon.org

 

12 Dic 2022

Líbrense de toda amargura, furia, enojo, palabras ásperas, calumnias y toda clase de mala conducta. Por el contrario, sean amables unos con otros, sean de buen corazón, y perdónense unos a otros, tal como Dios los ha perdonado a ustedes por medio de Cristo.
Efesios 4:31-32

Pastor Rafy Gutierrez, DMin

Director Ministerio
Padre de Corazón

Rafael (Rafy) Gutierrez

Rafy Gutiérrez posee un bachillerato (licenciatura) en administración de empresas y dos maestrías; una en finanzas corporativas y otra en estudios bíblicos y ministerios. Posee un Doctorado en Ministerio (DMin) del Seminario Bautista Midwestern en Kansas City, Mo.  Su pasión es estudiar y enseñar la Biblia y brindar cuidado pastoral enfocado en el ministerio para padres.

Rafy es el Director del Ministerio Padre de Corazón, ministerio hispano de Abiding Fathers con oficinas en Dallas, Texas. Ha impartido talleres y conferencias sobre el rol del padre en Cuba, Puerto Rico, España y en varias ciudades en los Estados Unidos. Es productor y la voz en el Podcast de Padre de Corazón. Rafy es profesor adjunto en el Seminario Teológico Bautista de Midwestern y profesor invitado en el Seminario Teológico de Centro América extensión del Seminario Teológico de Dallas, Texas.

Rafy y su esposa, Ernestine (Ernie) se mudaron a la zona de Frisco, Texas desde Puerto Rico en 1995. Tienen dos hijas casadas, Amy y Wendy, y dos amados nietos, Coral y Joel.

Fue ordenado pastor en Marzo del 2016. Actualmente se congrega en The Heights en Español en Richardson, Texas.

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