Padres, ambos, padre y madre, escucha lo siguiente: no se debe intervenir en la relación entre los abuelos y los nietos. ¡Es un mandato! Hay que recordar que el vínculo entre nietos y abuelos es de ellos y que no necesitan intermediarios, a menos, por supuesto, que se trate de un problema mayor, de protección física, emocional y espiritual, que requiera otras acciones.
No se debe permitir que ninguna diferencia que exista con alguno de los abuelos tenga influencia en la relación con sus nietos. Es frecuente escuchar que padres e hijos, o suegros y nueras, se encuentran distanciados por alguna valoración, opiniones, inclusive en asuntos de política y religión, que aleja, por consiguiente, también a los nietos, quienes los únicos que saldrán perdiendo serán estos últimos por dos razones: La primera es que es común que, con el paso del tiempo, las familias se reconcilien y los niños habrán perdido todo ese tiempo sin la compañía de sus abuelos, y la segunda es que sería muy negativo para su formación y educación ver que padres e hijos están peleados cuando, precisamente, lo que buscamos es educarlos en amor y en unidad, que son fundamentos esenciales de la familia.
Para el abuelo o la abuela que lucha contra alguna enfermedad o depresión, el mantener contacto con sus nietos le ayudará no solo a encontrarse mejor, por la alegría que proporcionan los nietos y la distracción de sus problemas, sino que también se sentirá de gran utilidad en su papel dentro de la familia.
Por la importancia de esos seres inigualables, que somos los abuelos, debemos aprender a “redimir” el tiempo. Como hemos dicho en los programas anteriores, los abuelos ofrecemos tiempo, en calidad y en cantidad, a esos niños preciosos que son nuestros nietos.
En el Evangelio de Mateo, capitulo seis, versículo 27, Jesús mismo nos dice: ¿Acaso con todas sus preocupaciones pueden añadir un solo momento en su vida?(NTV). La Nueva Versión Internacional lee de la siguiente manera: ¿Quién de ustedes, por mucho que se preocupe, puede añadir una sola hora al curso de su vida? ¡Una sola hora!
No podemos pretender incluir tantas cosas en las 24 horas que tiene el día, porque todo se nos irá de las manos, y tendremos la sensación de que no podemos atender a lo verdaderamente importante.
Piensa en el tiempo que tienes en un día, reparte ese tiempo con sabiduría. Recuerda que tu tiempo con Dios es lo primero y debe ser la prioridad en tu vida, en todo lo que haces, para que desde la oración y la meditación puedas reponer fuerzas, para después, dar de lo que has recibido, ayudando a los demás y especialmente, para que tus nietos noten que has estado con Jesús. Después, distribuye, con mucho cuidado, el resto del tiempo en otros quehaceres, sin olvidarte de ti mismo/a y de descansar lo suficiente. ¡Una siesta antes del cafecito de la tarde siempre viene bien y es saludable!
Las cosas nos irán mucho mejor si escuchamos y obedecemos a Dios en cuanto a los demás, para consolar, para ayudar, para animar…, pero también en cuanto a nuestro propio cuidado. Analiza en qué se te va la mayor parte de tu precioso tiempo y reorganízate. Verás que, muchas veces, el orden de prioridades está fuera de orden o de lugar. Algo que he aprendido a cantazos y que ha robado el aire. ¡Aprende Rafy, aprende!
El uso de las pantallas, celulares, tabletas electrónicas, televisión, nos tiene atrapados y agotados, perdemos horas y horas “leyendo” o viendo imágenes en nuestros celulares y viendo programas dañinos y sin ningún provecho para nuestras vidas y relaciones.
La tecnología, el uso del celular, el ordenador o computadora portátil, el internet, en muchas ocasiones, ha dejado de ser una bendición para convertirse en un obstáculo en el uso correcto de nuestro tiempo. Todos pueden conectar con nosotros durante las veinticuatro horas del día. Antes dejábamos el teléfono, aquel aparato conectado por un cable a la pared y que no sabíamos cómo se procesaba la llamada, solo sabíamos que sucedía, en la casa. Ahora con un móvil y con una pequeña tableta electrónica llevamos tantísima información, y tantas posibilidades de comunicarnos con el mundo que seguimos “conectados” y sin descanso de forma casi permanente, dándonos la sensación de que existimos.
Debemos tener muy presente que la tecnología, mal usada, nos aleja de una vida de equilibrio y sensatez. Estar en muchas redes sociales, saber tanta información de los demás, compartir la vida con centenares de personas, la mayoría desconocidas, no nos enriquece, aunque lo parezca; nos lleva, más bien, a vivir con una sensación de que tenemos que estar conectados porque solo así existimos. Este es un tema que compartimos con ustedes en la serie de mensajes: Los Padres y La Tecnología.
El consultor de negocios, Bob Losyk, explica que el secreto de las personas que viven más relajadas y con más tiempo para sus relaciones sociales y familiares, consiste en que estas personas “han desarrollado excepcionales hábitos personales a lo largo de los años. En lugar de trabajar más tiempo y esforzarse al máximo, han aprendido a trabajar de forma más inteligente. Sin duda, tienen los mismos problemas que cualquiera, pero han decidido que el tiempo es su activo más precioso y han afinado su destreza para usarlo sabiamente. No lo despilfarran”. Continúa diciendo: “También usted puede aprender a cambiar de costumbres. Requiere tiempo y práctica y una resolución tenaz para hacer el cambio, pero vale la pena el esfuerzo”. Comienza dejando el celular a un lado por un tiempito, luego que hayas leído este artículo.
Te espero en la próxima edición de esta nueva serie; “La Maravilla de ser Abuelos.” Mientras tanto, este orgulloso abuelo te dice: “nos veremos en el barrio…un cafecito a la vez. Que Dios te bendiga abundantemente y seas de bendición para otros.”
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Dr. Rafael (Rafy) Gutiérrez
Director/Pastor
Ministerio Padre de Corazón
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Fuentes consultadas y citadas: Martínez Vera, E., & Planagumà, C. (2016). Una guía para los abuelos de hoy.
Foto: Johnny Cohen en Unsplash