En la edición anterior hablamos sobre el principio de tomar decisiones ante las diferentes opciones que se presentan a diario. Como la gran mayoría de los hombres, tenemos una gran lista de cosas que se necesitan hacer y muchas veces parece que todas tienen la misma prioridad. De igual forma, muchas veces caemos en el grave error de “dejar para mañana lo que podemos hacer hoy”. El problema es que el mañana sigue siendo mañana y caemos en lo que se conoce como procrastinación. Para exponer este principio citamos la condición en la que se encontraba el pueblo de Israel según lo leemos en el Libro de Hageo, Capitulo 1.
Ya sea que estemos demasiado cansados, demasiado ocupados, demasiado distraídos o simplemente demasiado flojos, aun las tareas más sencillas pueden ser dejadas para mañana o la mejor de todas “lo hago más tarde” y el mas tarde nunca llega. Lo mismo podemos decir de nuestra fe. Si, la misma fe que es probada por fuego como el oro.
Aun cuando las circunstancias de la vida puedan estar fuera de nuestro control, el hombre entiende su responsabilidad de mantener el control de su actitud y como ha de responder ante tales circunstancias. Su forma de ver su responsabilidad como padre, esposo y hombre de Dios, ha de ser con optimismo y manteniendo el conocimiento que aun las decisiones más insignificantes o pequeñas de una forma o de otra han de tener un impacto en sus hijos.
Aquí amerita repetir Proverbios 2:11-12: Las decisiones sabias te protegerán; el entendimiento te mantendrá a salvo. La sabiduría te salvará de la gente mala, de los que hablan con palabras retorcidas.
Otro principio que debemos considerar como hombres y en nuestro rol como padres es como respondemos a los cambios. La realidad es que los cambios se mantienen constante en medio nuestro. No hay que invertir mucho tiempo ni mucho dinero en estudios exhaustivos para reconocer que el mundo y la cultura está en constante cambio. Por lo tanto, el hombre debe de asegurarse en desarrollar sus habilidades al máximo de manera que pueda ajustarse a cualquier circunstancias en que se pueda encontrar.
El hombre debe demostrar un espíritu aventurero, y no estoy hablando de ir de cacería en la selva, explorar el monte Everest, cruzar el Niagara en bicicleta o nadar el Amazonas acompañado de pirañas. Me refiero al deseo de motivar a sus hijos y así mismo descubriendo y explorando las múltiples oportunidades que ambos, padre e hijo, pueden encontrar. El padre debe de guiar a su hijo en adaptarse a los cambios que han de suceder en la relación de ambos según van creciendo. no solo en edad, pero emocional y espiritualmente.
Me encantaría poder disfrutar un buen cafecito con cada uno de ustedes y decirles algo una y otra vez: “Si eres cristiano, si eres un discípulo de Cristo, ¡puedes cambiar y llegar a ser un hombre de Dios!” Padres, ¡pueden llegar a ser padres más allegados a Dios! Hombres, ¡pueden llegar a ser esposos más allegados a Dios! Pueden llegar a ser más considerados, más amorosos, más disciplinados, más organizados. Pueden controlar su ira, pueden controlar su apetito, pueden controlar su lascivia, pueden llegar a ser menos criticón, pueden ser más alegres, pueden llegar a proclamar el Evangelio. Pueden testificar del Cristo resucitado sin tener que estar detrás de un pulpito.
En Estados Unidos hay un refrán que dice más o menos lo siguiente: “Lo viejos perros no pueden aprender nuevos trucos.” La primera vez que escuche esa expresión se estaban refiriendo a mi persona, y apenas tenía 28 años. No sé porque el empeño por parte de otros de hacerme viejo antes de tiempo. El refrán es incorrecto. No aplica a nosotros quienes estamos hechos al imagen de Dios y hemos sido redimidos por medio de Cristo.
Por cierto, no estoy aquí para aumentar tu autoestima al sugerir que tú tienes el poder cambiar. Tampoco soy uno de esos predicadores de motivación. No los conozco a ustedes por lo tanto. no se de sus fortalezas y debilidades. En cambio, ¡tengo la certeza de que puedes cambiar por lo que conozco de Dios! Cada persona lee este artículo es diferente, y enfrenta muchas circunstancias diferentes y difíciles; aun así, ¡Dios es el mismo, y ponemos nuestra confianza en El. Para El no hay imposibles. El Espíritu Santo tiene el poder de cambiar tu corazón.
Hablaremos más de esto en la próxima edición de Herramientas de Papá del Ministerio Padre de Corazón donde continuamos con esta nueva serie; Principios Fundamentales del hombre. Mientras tanto, nos veremos en el barrio…un cafecito a la vez.
Que Dios te bendiga abundantemente y seas de bendición para otros.
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Dr. Rafael (Rafy) Gutiérrez
Director/Pastor
Ministerio Padre de Corazón
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