En la edición anterior platicamos sobre las palabras “ayuda idónea” que encontramos en el libro de Génesis 2:18. Vimos el significado de la palabra “ayuda” y como la palabra “idónea” cualifica la palabra “ayuda”. No podemos separar una de la otra en el contexto del pasaje bíblico en referencia. Debemos tener esto bien claro en nuestras mentes para entender como se relaciona con la desobediencia de Adán y Eva, y las preguntas que Dios le hace a ambos en el capítulo 3 del Libro de Génesis. También nos ayuda a entender que “La descripción de la mujer como “ezer kenegdod” (ayuda idónea) no apunta a la inferioridad de la mujer respecto al hombre, sino a la relación mutua de dos personas que se complementan entre sí[1]
La tendencia ha sido que, al considerar estas dos palabras, ayuda idónea, se refiere a que Dios creo la mujer con el singular propósito de proveer compañía a Adán, ya que leemos que “no es bueno que el hombre este solo” o que sea de sirviente, esclava como ya hablamos en la edición pasada. Tony Evans lo expresa de esta manera: “La primera responsabilidad de Eva fue hacia Dios: para realizar el propósito de Dios en su vida que, en su caso, era el de ayudar a Adán. Su papel como ayuda idónea no era solamente el de hacerle compañía; también incluía un papel importante como colaboradora en el desempeño del mandamiento del dominio.[2]
Tanto Adán como Eva tenían una responsabilidad directa hacia Dios, el creador de ambos. De hecho, hago un paréntesis aquí, Dios creó tanto al hombre como a la mujer. La mujer no fue creada por el hombre. El hombre recibió a la mujer, creada por Dios, con admiración y le dio un nombre que la hacía igual que él. “…el hombre la reconoce como hueso de sus huesos y carne de su carne y le da, no un nombre cualquiera (como en el caso de los animales, sobre los cuales ejerce dominio), sino el suyo propio: “Ésta será llamada Ishah (varona) porque del Ish (varón) fue tomada”.[3]
Todo esta en marcha. Dios ha creado al hombre y a la mujer a su imagen y semejanza. Les ha dado responsabilidades a ambos hacia El y hacia ellos mismos como pareja. Dios mismo instituye el matrimonio y la familia. Ambos están en el huerto disfrutando de la creación, las bendiciones y provisiones de Dios que son buenas. Y ahora, la vieja expresión “no todo es color de rosa” parece darse a conocer por primera vez cuando el diablo se mete por medio causando “conflictos en el huerto”. El génesis de la familia se encuentra bajo el ataque del enemigo para destruir lo que Dios había hecho bueno.
Tal vez en este punto ya sabes a lo que me refiero. Llega el capítulo tres de Génesis y leemos sobre la caída del hombre en desobediencia; el pecado de “comerse una deliciosa, dulce y tentadora manzana roja.” Desde niños nos han presentado la imagen de Eva ofreciendo la manzana roja a Adán y la serpiente observando con una mirada diabólica. ¡Eva es la culpable! Se levanta nuestro dedo acusatorio y le echamos toda la culpa a Eva, la mujer, por haber sido tan tonta y hacerle caso a la serpiente. Sacamos a Adán del banco acusatorio para tirarle la toalla. Después de todo, Adán estaba muy ocupado “trabajando con los animales y laborando el huerto”. Pero, espérate, papá.
¿Dónde estaba Adán en el momento de la tentación? ¿Qué instrucciones había dado Dios al macho de la película, Adán, en cuanto a comer de los árboles del huerto? ¿Quién mató la vaca y quien le amarró las patas a la vaca? Okey, no se menciona una vaca en el relato de la desobediencia, pero ustedes saben a que me refiero.
Escucha lo que dicen estos tres versículos de Génesis 2: “El Señor Dios puso al hombre en el jardín de Edén para que se ocupara de él y lo custodiara; pero el Señor Dios le advirtió: Puedes comer libremente del fruto de cualquier árbol del huerto, excepto del árbol del conocimiento del bien y del mal. Si comes de su fruto, sin duda morirás”. Genesis 2:15-17. Adán recibió instrucciones claras de Dios en cuanto a cuáles arboles podía comer su fruto en el huerto y cual no. La responsabilidad primordial cae sobre Adán en su responsabilidad hacia Dios. Adán tenía la responsabilidad de advertir a la mujer que no comiera de dicho fruto al estar presente en el momento de la tentación. La Biblia de las Américas dice explícitamente en Génesis 3:6 que: la mujer tomó del fruto y comió; y dio también a su marido que estaba con ella, y él comió,[4]
Nos vemos en la próxima edición de El Génesis de la Familia. Te pido que estes en constante oración por tu familia y por las familias de tu iglesia. Nos vemos pronto en el barrio…con un cafecito a la vez. Que el amor del Padre, la gracia de Su Hijo Jesucristo y la comunión del Espíritu Santo sea con ustedes.
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Dr. Rafael (Rafy) Gutierrez
Director-Ministerio Padre de Corazón
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[1] Fundamentos bíblico-teológicos del matrimonio y la familia. Maldonado, J. E., ed. Libros Desafío. (1995). (p. 56).
[2] Tony Evans, & Chrystal Evans Hurst, Una mujer del reino: Acepte su propósito, su poder y sus posibilidades .Tyndale House Publishers, Inc. (2013)
[3] Fundamentos bíblico-teológicos del matrimonio y la familia. (p. 56).
[4] Juan J. Varela, Tu identidad sí importa: Ser hombre identificando, definiendo, afirmando. Editorial CLIE. (2014), (p. 126).