Continuamos con la serie de mensajes El Génesis de la Familia y quiero comenzar con unas palabras tomadas del libro “Fundamentos bíblico-teológicos del matrimonio y la familia”: “el primer problema que debemos plantearnos es el siguiente: el término “familia” es tan común y la realidad a la que apunta está tan vinculada a nuestro diario vivir que creemos no sólo que su sentido es obvio, sino que sabemos de qué se trata. Sin embargo, aunque algunos especialistas aparentemente estén de acuerdo en la naturaleza de la familia, pensamos que la familia es la más desconcertante de todas nuestras instituciones sociales.”[1] ¿La más desconcertante de todas nuestras instituciones sociales? Una institución creada por Dios es considerada como desconcertante, difícil de entender o resolver.
Aún cuando hay quienes consideran el concepto familia como difícil de entender o resolver, la familia sigue siendo el lugar por excelencia de intensas lealtades y, al mismo tiempo, el de grandes frustraciones y decepciones. Se da con frecuencia que tales relaciones, son causa directa o indirecta de las heridas emocionales que acarreamos a lo largo de nuestra vida; pero también es cierto que la fuerza y el valor que necesitamos para enfrentar y sanar dichas heridas nos es otorgada por esa misma relación familiar. Tal vez es por esto por lo que el concepto de la familia es difícil de entender.
Comprender a nuestra familia resulta fundamental para entender nuestro lugar en la vida, ya que, probablemente, el sistema familiar actúa como el motor de los otros muchos sistemas de relaciones personales en los que nos vamos a desenvolver a lo largo de nuestra vida. Desde la perspectiva de la fe cristiana, se ha considerado siempre que la familia forma parte esencial en la experiencia humana. Resulta evidente, al considerar la Biblia, que Dios, a través de su Palabra, establece leyes y ordenanzas, proporciona consejos y nos deja en Su Palabra el testimonio de muchas familias, con la finalidad de que nosotros y nuestras familias podamos vivir con más sanidad y plenitud. Difícilmente podemos obtener a través de la Biblia un modelo de familia que sirva para ser aplicado a todas las situaciones y en todos los tiempos.
Ahora bien, en nuestro contexto actual, la familia se encuentra inmersa en un profundo proceso de transformación debido a los cambios sociales, modificación de roles, estilos de vida. Todo ello conlleva a que se den actualmente nuevos modelos de relaciones familiares. Sin duda, ha habido más cambios en la familia, durante las últimas décadas que en los últimos siglos.
Al hablar del génesis de la familia, debemos ir al mismo relato de la creación del hombre en el libro de Génesis. El relato de la creación del hombre en Génesis no solo muestra claramente la importancia de la vida otorgada al hombre a imagen y semejanza de su Creador pero también la identidad que le fue conferida por Dios mismo. Es importante señalar que antes de que la autoridad de “señorear y gobernar” fuese conferida, Dios mismo había declarado la identidad que tendría el hombre: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza…” (Génesis. 1: 26). El autor del libro de Génesis expande esta declaración de Dios al decir: “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.” (Gen.1:27).
Vemos que primeramente se anuncia la decisión y participación de parte de toda la divinidad de crear al hombre; “hagamos…”. Segundo, su identidad y relación especial con Dios (a imagen y semejanza) que lo distingue de todos los otros seres vivientes. Tercero, su propósito: para ejercer dominio sobre lo creado en tierra, mar y aire. Esta imagen y semejanza no es para reflejarse exclusivamente en la iglesia los días y horarios en que se congreguen pero en todas las esferas de nuestras vidas incluyendo en la familia.
El ser humano fue creado por Dios con la capacidad de relacionarse con El y con la capacidad de ser administrador de todo lo creado. Por lo tanto, tenemos la capacidad de razonar, hablar, amar, enseñar, escuchar, disciplinar, bendecir, proteger, administrar, liderar, entre otros atributos comunicables o transferibles de Dios. ¿Puedes relacionar estos atributos en la dinámica de la familia?
Ahora, vayamos al momento en que Dios pone al hombre en el huerto y le da unas responsabilidades específicas. Escucha lo que dice el autor de Génesis: “Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase.” Génesis 2:15. En las derivaciones hebreas, los verbos clave son abdah (labrar) y somra (custodiar). El primero se puede traducir como trabajar, afanarse, hacer, o sea, esforzarse de manera considerable e intensa en una tarea o función [2].
Entonces cuando Dios pone al hombre en el huerto, quien Dios vio que era bueno, le dió la responsabilidad de trabajarlo, afanarse en la tarea asignada esforzándose de manera considerable e intensa en esa tarea. Dios te ha puesto en huerto. Tu hombre, esposo, padre que me escuchas, estas en el lugar preciso que Dios te ha puesto para cuidar del huerto; tu hogar, tu familia. Esa labor requiere que pongas todo tu esfuerzo para trabajarla diariamente.
En la próxima edición de Herramientas de Papá cubriremos un poco más sobre esta primera responsabilidad y la segunda de custodiar el huerto, y su aplicación a tu responsabilidad en la familia. Nos veremos en el barrio…con un cafecito a la vez. Que el amor del Padre, la gracia de Su Hijo Jesucristo y la comunión del Espíritu Santo sean con ustedes.
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Dr. Rafael (Rafy) Gutierrez
Director-Ministerio Padre de Corazón
rafy@padredecorazon.org
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[1]Fundamentos bíblico-teológicos del matrimonio y la familia. Libros Desafío. Editor: J.E. Maldonado. 1995
[2] Swanson, J. Diccionario de idiomas bíblicos: Hebreo. Lexham Press. (2014).
