“…ni lleva un registro de las ofensas recibidas.”
1 Corintios 13:5b
Continuación.
No tomar en cuenta un pecado u ofensa no significa, sin embargo, que intentamos olvidar ciertos detalles o pretender que el hecho en cuestión nunca sucedió. No tenemos la capacidad de borrar sobrenaturalmente el recuerdo del dolor que hemos sufrido. Pero sí podemos dejar de tenerlo en cuenta, es decir, podemos dejar de mirarlo de un modo que afecte nuestra experiencia presente. Reconocemos que se ha producido una ofensa, que ha sido algo negativo y que no debe excusarse. Pero, como hijos del Dios soberano que controla todo lo que nos sucede, podemos verlo como algo que no tiene o no debe tener algún efecto negativo sobre nosotros. El amor ágape no va escribiendo las cosas que nos hicieron. No lleva un registro de tales cosas. Frases como: “Esta es la tercera que me hieres”. “Te las estoy apuntando y sigo sumando.” Es la cuarta vez que no me saludas”. “Es la décimo tercera vez que me da la espalda”. “Es la centésimo vigésima cuarta vez que me miras de esa manera”. ¿Te fijas? Emanan de un corazón que lleva un registro de cada ofensa o lo que la persona piensa que son ofensas. ¡Qué memoria hay que tener para llevar un registro de todo eso! ¡Cuánto tiempo y energía desperdiciados en mantener ese registro! ¿Cómo puedes albergar todo eso en tu mente y corazón? Eso es rencor.
El amor de Dios es un desafío para cualquiera de nosotros. Aun para los cristianos de muchos años, cada día debemos aprender lo es que amor de Dios. No estoy hablando de un aprendizaje intelectual, sino práctico. Como papás estamos constantemente retados en demostrar el amor de Dios hacia nuestros hijos como también hacia nuestra esposa. En una de mis reflexiones anteriores te alerté que si aun no has experimentados dificultades con tus hijos las vas a experimentar. Es asunto de tiempo. Lo mismo sucede con el rencor, ha de suceder. Habrá palabras o acciones que te hieran. Te sentirás ofendido, ignorado, despreciado, que tu rol como papá se limita a tu bolsillo. Tú decides si llevas un registro de esas “deudas” para en algún momento cobrarlas o si decides no guardarlas y permitir que el amor de Dios fluya a través de ti hacia tus hijos/hijas y tu esposa.
Confío en que como padre no guardes un registro de las ofensas para usarlas más tarde. Recuerda, el gran absurdo del rencor radica en que perjudica realmente a quien lo padece.
¡Nos vemos próximamente en el barrio!
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Dr. Rafael Gutierrez
Director-Ministerio Padre de Corazón
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Recursos consultados y citados:
Diccionario de anécdotas, dichos, ilustraciones, locuciones y refranes
Diccionario general de la lengua española Vox. Barcelona: VOX.
Piccardo, H. R. Recuperando nuestra identidad como iglesia: Sermones sobre 1a de Corintios para la iglesia de hoy
Fernando, A. El significado del amor: Las relaciones interpersonales en un mundo complejo.