“…no busca lo suyo, no se irrita…”
1 Corintios 13:5b
“El egoísmo es una de las manifestaciones del orgullo. Es la práctica de pensar y hablar mucho de sí mismo, el habito de magnificar los logros e importancia de uno. Le lleva a uno a considerar todo en relación con uno antes que en relación con Dios y al bienestar de su pueblo.” Nos dice J. Oswald Sanders en su libro Liderazgo Espiritual. La séptima característica del amor ágape que Pablo nos presenta en 1 de Corintios 13:4-7, es una con la cual batallamos muchísimo, especialmente en una sociedad que enseña en buscar satisfacción propia en todo momento. “El amor no busca lo suyo.” En Filipenses 2:4 leemos: “No se ocupen solo de sus propios intereses, sino también procuren interesarse en los demás.” Al amar a nuestros hijos nuestra pregunta ha de ser: ¿cómo o qué puedo hacer para que él o ella crezca y crezca bien, saludable, fuerte y en conocimiento y temor de Dios? No podemos decir que amo a mi hijo/hija y buscar mi propio beneficio, inclusive a costa de él o ella. Ya dejaría de ser amor incondicional para moverse a un querer condicionado a mis propios intereses. Nuestros hijos no tienen que llenar un vacío nuestro, ni ser lo que uno nunca fue o lo que uno quiere que sean.
Ahora, ¿Es malo buscar lo suyo? No. Por ejemplo, si yo no busco mis estudios o mi carrera profesional no puedo esperar que otros lo hagan por mí. Si yo no busco un empleo, el empleador no va a llegar a mi casa a ofrecerme un empleo. Hay cosas que tenemos que buscar. Es parte de nuestro rol como padres. Si no voy a hacer las compras de alimentos, no han de llegar a la casa por arte de magia y fallamos como proveedores. En 1ra de Timoteo 5:8 leemos: “Aquellos que se niegan a cuidar de sus familiares, especialmente los de su propia casa, han negado la fe verdadera y son peores que los incrédulos.”
Entonces, ¿por qué el amor no busca lo suyo? Porque el amor siempre se proyecta sobre la otra persona. El amor ágape busca dar, más que recibir. Si siento la abundancia del amor de Dios, entonces voy a entregar ese amor a otros y no retenerlo egoístamente. En 1ra de Juan 4:18-19 leemos: “En esa clase de amor no hay temor, porque el amor perfecto expulsa todo temor. Si tenemos miedo es por temor al castigo, y esto muestra que no hemos experimentado plenamente el perfecto amor de Dios. Nos amamos unos a otros, porque él nos amó primero.” Cuando buscamos para nosotros, es porque hay en nosotros un cierto temor, una inseguridad, una deficiencia que queremos cubrir. Pero cuando sabemos que en el Señor lo tenemos todo, ya no hay temor, y podemos dar.
Continua…
Nos vemos en el barrio!
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Dr. Rafael Gutierrez
Director-Padre de Corazón
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Fuentes consultadas:
Piccardo, H. R. Recuperando nuestra identidad como iglesia: Sermones sobre 1a de Corintios para la iglesia de hoy