Continuamos con la reflexión sobre el amor no es parte 1…
“El amor no es celoso ni fanfarrón ni orgulloso ni ofensivo.”
1 Corintios 13: 4b-5a
¿Qué tiene que ver estas cuatro características negativas con el amar a nuestros hijos? Pablo inicia esta maravillosa descripción del amor en 1 de Corintios 13:4-7 con las cualidades de ser paciente y bondadoso. Ahora nos presenta aquellas que el amor no debe ser. Son las mismas que no tienen lugar en demostrar amor para con los hijos. Entender cada una de ellas es esencial para cumplir con nuestro rol como papás. Como padres cristianos, debemos esforzarnos en cumplir nuestro rol basándonos en el amor ágape que describe Pablo en el llamado himno de amor de 1 Corintios 13. Esto debe motivarnos a que ninguna de estas cualidades negativas tenga lugar en la relación con nuestros hijos.
Permíteme hacerte una preguntas con el propósito de que medites en como has de contestar cada una de ellas: ¿Sentiste envidia o celos cuando tu hijo/hija nacieron y tu esposa no te prestaba atención como antes? ¿Qué tal ahora, resientes al ver la atención que requieren tus hijos poniéndote en un segundo, tercer o cuarto lugar? ¿Consideras que estas por encima, que eres superior de los demás en tu hogar? ¿Crees que tienes el control absoluto en tu rol como papá y no necesitas ayuda? ¿Interrumpes a tus hijos cuando te hablan pensando que sus asuntos no tienen importancia? ¿Hablas con rudeza pensando en que es una forma de mostrar tu autoridad y esperar respeto? Tal vez al considerar estas preguntas con honestidad puedes ver algo de envidia, jactancia, orgullo y rudeza en tu forma de ser con tus hijos. La realidad es que en nuestra naturaleza pecaminosa cada una de estas cualidades negativas aparecen en nuestras vidas aun sin darnos cuenta y necesitamos ser alertados constantemente ya sea por nuestra esposa y/o por nuestros hijos.
Se cuenta la historia de un hombre que acababa de ser elegido miembro del Parlamento Británico; en consecuencia, había llevado a su familia a Londres y les estaba enseñando la ciudad. Cuando entraron en el monasterio de Westminster, su hija de ocho años estaba maravillada ante el tamaño y hermosura de aquel magnifico edificio. Su orgulloso padre, curioso ante lo que la niñita, con su carita de asombro, podía estar pensando, le dijo: “¿En qué piensas, hijita?” Ella contesto: “Papá, estaba pensando en lo grande que eres cuando estas en nuestra casa, pero en lo pequeño que pareces aquí.” Sin saberlo, aquella pequeñita niña había sugerido una gran verdad. La jactancia y el orgullo puede entrar en nuestras vidas sin que nos demos cuenta y, de vez en cuando, es bueno que se nos recuerde que no debemos tener de nosotros un concepto más elevado que el estrictamente correcto como nos dice Pablo: “Basado en el privilegio y la autoridad que Dios me ha dado, le advierto a cada uno de ustedes lo siguiente: ninguno se crea mejor de lo que realmente es. Sean realistas al evaluarse a ustedes mismos, háganlo según la medida de fe que Dios les haya dado.” Romanos 12:3 NTV
Al practicar el amor que es paciente, bondadoso, sin envidia, que no es jactancioso o arrogante, que no es orgulloso ni rudo estaremos agradando a Dios primeramente y siendo modelos para nuestros hijos mostrándole constantemente un “camino más excelente”.
¡Nos vemos en el barrio!
Copyright 2020
Dr. Rafael Gutierrez
Director-Ministerio Padre de Corazón
[email protected]
www.padredecorazon.org
Fuentes consultadas:
Diccionario general de la lengua española Vox.
Strauch, A. Liderando con Amor.
Foto por Abhishek Kumar Singh Unsplash