¿A cuánto de ustedes le han dicho enfáticamente “no es asunto tuyo”, “no te compete”, “it is not your business”? En mi amada Isla del Encanto se utilizaba el refrán: “el metiche nunca muere en su casa”. Indicando que la persona que se mete en asuntos que no le incumben se expone a involucrarse en situaciones peligrosas. Son palabras fuertes. Especialmente cuando vienen de alguien con autoridad. Me puedo imaginar cómo se sentiría Pedro en ese momento. Acuérdate, Pedro había experimentado el fracaso al negar a su Maestro tres veces frente a personas que lo señalaron como uno de los galileos que seguían a Jesús. Jesús le había preguntado dos veces si lo amaba y una vez si le quería. Había escuchado de labios de Jesús el final de su vida aquí en la tierra. Y ahora es reprendido por haber preguntado por el futuro de Juan, el discípulo amado.
¿Hasta cuándo Pedro, hasta cuándo? Tal vez este sería el momento en que una persona impetuosa, terca y determinada diga: ¿Sabes qué? Ya está bueno de tantas reprimendas. Yo no pertenezco a este grupo. Me voy a pescar. Es el lugar al cual pertenezco. Donde estoy en control. Donde nadie me dice que tengo que hacer y como lo tengo que hacer. Me es fácil pescar peces vivos y llevarlos a la muerte para beneficios de otros. Aquí me están pidiendo que renuncie a mi propia vida y muera, ¿para qué? ¿Qué hay para mí en todo esto?
Tiempo después volvemos a encontrar a Pedro reunido junto a otros diez discípulos listados por el medico Lucas en el Libro de los Hechos de Los Apóstoles. Encontramos a Pedro “orando constantemente junto a María, la madre de Jesús, varias mujeres más y los hermanos de Jesús.” Hechos 1:14. Lo vemos asumiendo su rol de líder en decidir quién tomaría el lugar de Judas como parte de los doce apóstoles. Luego, vemos a Pedro nuevamente en lo sublime. Escucha lo que dice Lucas cuando la multitud se burlaba de los quienes habían sido bautizados por el Espíritu Santos en el Dia de Pentecostés, al decir que estaban borrachos: “Entonces Pedro dio un paso adelante junto con los otros once apóstoles y grito a la multitud…” Hechos 2:14. Una vez más es Pedro quien da el paso adelante. Pero esta vez Pedro no es movido por su espíritu impetuoso, pero por el Espíritu Santo mismo. Gritando a la multitud Pedro lanzo una predicación donde sus “palabras traspasaron el corazón de ellos (la multitud), quienes le dijeron a él y a los demás apóstoles: Hermanos. ¿Qué debemos hacer?”
Pedro “siguió predicando por largo rato y los que creyeron lo que Pedro dijo fueron bautizados y sumados a la iglesia en ese mismo día, como tres mil en total.” Hechos 2:41. Al escuchar algo como esto hoy día tal vez diríamos; ¡You go, Pedro! ¡Eso! El llamado de Pedro es completamente restituido. Había tirado la red del Evangelio y se había convertido en pescador de personas. ¡Tres mil personas en un solo día! Es increíble. En su primera predicación, tres mil personas se unieron a la iglesia. Es el sueño de muchos pastores y predicadores. Muchas veces siento que hay que predicar tres mil veces para que una persona se agregue a la iglesia.
¡Pedro está en lo sublime! El libro de Los Hechos registra que Pedro sana a un mendigo cojo diciendo las famosas palabras: “Yo no tengo plata ni oro para ti, pero te daré lo que tengo. En el nombre de Jesucristo de Nazaret, levante y camina.” Hechos 3:6. Una vez más; “! You go, Pedro! ¡Eso! Como diríamos en mi pueblo: ¡Huevo puesto, gallina cantando! Todo bien con Pedro; restituido, redimido, camino al éxito. Espera. Entra en escena Pablo. En la carta de Gálatas, Pablo menciona un incidente con Pedro. Escucha: “Pero cuando Pedro llego a Antioquia, tuve que enfrentarlo cara a cara, porque él estaba muy equivocado en lo que hacía.” Gálatas 2:11. ¿Qué paso Pedrito, que paso?
Al igual que Pedro, tú y yo vamos a tropezar en el proceso de discipulado. Es inevitable. Es parte del proceso mismo. Pedro fue llamado a ser pescador de personas. A discipular. Pero para poder discipular tenía que pasar por todo este proceso de formación de su carácter rindiéndose por completo al Señor. Jesús fue muy claro con Pedro: “En cuanto a ti…sígueme”. ¿Me sigues?
¡Nos vemos en el barrio…un cafecito a la vez!
Copyright 2021
Dr. Rafael (Rafy) Gutiérrez
Director – Ministerio Padre de Corazón.
www.padredecorazon.org
[email protected]