El Libro de Job, capitulo 12, versículo 12 nos dice: La sabiduría pertenece a los ancianos, y el entendimiento, a los mayores. Los abuelos somos una fuente de recursos para ayudar en el crecimiento y desarrollo de nuestros nietos. La dinámica de la familia de hoy día ha llevado a los abuelos a retomar un papel que estaba en el pasado; el de educadores. Los abuelos están haciendo maravillas, y son dignos de admirar, por subirse al tren de la escuela primaria y secundaria, del que hace tiempo se bajaron, intentando reestructurar los horarios con tal de poder ayudar a los hijos y que los nietos puedan estar atendidos, cuidados y educados.
Los abuelos se han convertido en una parte esencial del día a día de los nietos. Empiezan su día cuidando a los niños, algunos los llevan al colegio, les dan de comer, los vuelven a recoger, hacen las tareas con ellos y terminan su día devolviéndolos a sus padres, cuando ya oscurece. ¡Y con qué amor lo hacen! Y con ese mismo amor vuelven a la misma rutina el día siguiente. Pero, cuidar a los nietos puede ser un placer o una carga diaria, con el agravante de que pocas veces es reconocido el tremendo esfuerzo que se hace.
Que un abuelo esté jubilado o se acerque a la jubilación no significa que su vida activa se termine, como hemos platicado al principio de esta serie. Muchos son los abuelos que estaban esperando la jubilación para hacer lo que habían deseado durante años, y ahora se encuentran ante una nueva responsabilidad que no solo se les roba el tiempo, sino también toda su energía.
Los abuelos viven muchas veces en una contradicción. Algunos tienen los nietos toda la semana, y cuando llega el fin de semana, cuando se supone que se quedan “liberados” y la casa queda en silencio, se pasan el tiempo deseando que llegue el lunes, para volverlos a tener. Lo curioso del caso es que también muchos nietos esperan el lunes para estar con los abuelos donde encuentran una relación tranquila, tierna y, en muchos casos, divertida.
Conozco a hombres y mujeres, que han alcanzado grandes logros, en gran medida, a lo que sus abuelos imprimieron en ellos, sin desmerecer, ni mucho menos, el trabajo e influencia de los padres.
Les comparto una historia tierna de un abuelo y un nieto:
Antonio era un adolescente al que le gustaba el deporte. Cada miércoles tenía entrenamiento de fútbol. Su entrenador, observaba cada miércoles al terminar el entrenamiento, que su abuelo lo esperaba para irse andando los dos para casa. Esta escena conmovía el corazón del entrenador. Ver miércoles tras miércoles a este adolescente con su abuelo charlando y andando juntos tomados de la mano. De repente, Antonio dejó de ir a los entrenamientos. El entrenador le llamo por teléfono y le preguntó qué estaba pasando, a lo que Antonio respondió: “No voy a volver más. Mi abuelo murió”. El entrenador intentó animar a Antonio y pedirle que no dejara de ir a los entrenamientos. Antonio se negó. Pasaron cinco meses y el equipo en el que entrenaba iba a jugar la final. Aquella mañana, el entrenador recibió una llamada de Antonio pidiéndole si podía jugar la final del campeonato.
El entrenador pensó “¡¡pero, si ha estado cinco meses sin entrenar!!!”. Llevado por la misericordia accedió y Antonio jugó en la final. Jugó como nunca había jugado ayudando a su equipo a la victoria. El entrenador, sorprendido, se dirigió a Antonio y le preguntó: “Pero Antonio, ¿qué ha pasado?”. Antonio respondió: “Señor entrenador, mi abuelo había perdido la vista, estaba ciego. Yo era quien lo caminaba cada miércoles para venir al campo de Juego. Ahora está en el cielo y este es el primer juego que él ha podido ver”.
La motivación en la vida de un niño, como también en la de un adulto, le hace realizar lo que para otros es imposible. En esto veo una oportunidad fantástica que tenemos los abuelos: motivar, animar, capacitar a nuestros nietos para que den un paso más del que a veces, por las circunstancias, no pueden dar. Los niños aman y quieren agradar a sus abuelos. Por otro lado, a los niños les gusta tener abuelos “jóvenes” y no me estoy refiriendo a la edad, sino a la actitud. Hace poco cumplí mis 64 años y cuando le dije a mi amada nieta que ya tenía esa edad me dijo: “Papá, aun eres joven por todo lo que haces.” Siempre lo he dicho, mis nietos son los más inteligentes en la faz de la tierra.
El libro de Levítico nos dice: “Ponte de pie en la presencia de los ancianos y muestra respeto por las personas de edad. Teme a tu Dios. Yo soy el Señor.” (19:32 NTV).
Como dije al principio de esta serie de mensajes, la misma surgió por la conversación telefónica que tuve con un querido amigo, hermano en la fe y compañero de estudios doctorales en el seminario teológico. La palabra “jubilación” quedo grabada en mi mente luego de esa conversación. Hago eco de quienes dicen que la palabra “jubilación” o “retiro” no está en la Biblia. Por lo tanto, no nos aplica. Continuamos al pie del cañón, laborando en el Reino de Dios hasta que el Rey nos llame a su presencia.
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Dr. Rafael (Rafy) Gutiérrez
Director/Pastor
Ministerio Padre de Corazón
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Fuentes consultadas y citadas: Martínez Vera, E., & Planagumà, C. (2016). Una guía para los abuelos de hoy.
Foto por: Adrià Crehuet Cano en Unplash.com